AL CRISTO DE MONTEAGUDO
Te pido, Cristo dilecto,
Que abras el alma y los ojos
A quien quiere tus despojos
O tu derribo selecto
Sin demora y en directo.
Ojalá un poeta agudo,
Ya sea imberbe o barbudo,
Te trence eviternos versos,
Pues cedes dones diversos
A diario en Monteagudo.
Ángel Sáez García